Como tantas otras veces decidimos ir
a comer a Mandinga, Veracruz, uno de mis sitios preferidos para comer mariscos por su frescura, por su precio y por la alegría que hay en ese mágico lugar.
Te recomiendo comer en el Restaurante “El Típico de Mandinga”
y probar los deliciosos camarones con ostiones enchilpayados, que se acompañan
con arroz blanco. Los precios de los
platillos son muy accesibles además de que sirven porciones generosas. La
mayoría de los restaurantes se localizan a la orilla del río, lo cual vuelve la
experiencia increíble porque es posible refrescarse con la brisa.
Durante la comida no puede faltar escuchar el son jarocho,
interpretados por verdaderos artistas locales que comparten su música por unos
precios realmente económicos. Jarana,
arpa y el zapateado arriba de una tabla son la alegría del lugar. Así mismo
algunos vendedores se acercan para ofrecerte los dulces típicos de la región,
cocadas, tamarindos enchilados, alegrías, jamoncillos son postres que podrás
comprar en la comodidad del restaurante.
También puedes encontrarte con que alguien te tome una
fotografía y a los 20 minutos ya estarás inmortalizado en un llavero, los
costos de este recuerdito oscila entre los 20 y 30 pesos. Collares, abanicos,
cucharas de madera, separadores y un sinfín de souvenirs podrás adquirirlos ahí mismo.
Paseo en Lancha
Un lanchero se acercó para ofrecer sus servicios, me comentó
que si estaba interesada en el paseo me costaría $250 pesos por 45 minutos de
visita a los manglares. Por un momento creí que era por persona, pero me dijo
que era por las 3 personas que íbamos. Sin dudarlo ni un minuto ya estábamos
arriba de la lancha. La sensación de libertad es increíble, poco a poco nos
vamos adentrando en los manglares, pasamos por un túnel que nos llevó a ver los
tesoros escondidos de nuestra Riviera Veracruzana. Alfonso (el lanchero) nos platicó algunas historias del lugar,
también dijo que la parte más honda mide aproximadamente 4 metros.
Ya de regreso el lanchero me dijo: “Eres un sol”, fue un piropo tan honesto, me comentaba que muchos paseantes no hablan con ellos y que a veces los callan, la verdad es que nadie se debería perder la experiencia de platicar con ellos. Nos hicimos amigos y prometimos volver. Comparto con ustedes algunas fotografías.
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